miércoles, 18 de noviembre de 2015

El año que viene...

Se acerca otro año más,
cargadito de ilusiones
y con ganas de soñar...

Poco a poco pasa el tiempo,
calladito y en silencio,
y avanzando sin cesar...

Mediodía a mediodía
voy desgranando oraciones
hacia la Virgen María:

que sea el año de verdad
para esas loterías
que no acaban de tocar.

¡Qué se me arregle la vida!


A. López

martes, 17 de noviembre de 2015

Humo

Y cómo se escapa el humo
de la memoria del existir...
Los días corren deprisa
sin pensar, y sin sentir...

Hoy nublada el alma triste
escribo un pequeño poema
con ese sueño que insiste
en quitarme toda pena...

A. López

jueves, 5 de noviembre de 2015

Vacaciones...

La mañana se hace tenue:
me siento de vacaciones
en los días que ahora vienen...

...

Camino del mediodía
sigo con mis ilusiones
de ese viaje a Sevilla;

que a la de los imposibles,
a la ilustre Santa Rita,
he de poner la velita
de los planes incumplibles:

encontrar novio enseguida
y ganar la primitiva
en el año dos mil quince...

...

Me encomendaré a la Virgen,
que a todos nos guarda y guía,
para que pueda yo irme
a pasar fuera unos días...

A. López

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Pasa el tiempo...

Se va terminando el año;
presiento la Navidad
en esos abrigos gruesos
que en la calle se ven ya...

Vendrá diciembre cargado
de ganas de descansar,
de dulces y de regalos...

Y cómo se ha ido el tiempo
y sin dejarse notar...

A. López

sábado, 31 de octubre de 2015

Cuento de Todos Los Santos 2015

MIS DOCE ANGELITOS Y EL ANGELITO INVITADO

Érase una vez doce angelitos, y uno invitado porque su mamá era muy pequeña y entonces se apuntó con los angelitos de la madrina. Los doce angelitos y el invitado no vivían todos en el Cielo, sólo algunos. Los otros eran igual de buenos, pero vivían en la Tierra. Los doce angelitos y el invitado se conocían entre sí, porque todos tenían la misma tita, que la tita estaba en la Tierra porque era muy despistada y nunca se acordaba de ir al Cielo, donde le esperaban desde hacía más de un año.

Entre los angelitos del Cielo, había dos angelitos blancos, dos angelitos negros, y el invitado; el invitado era tan pequeño que era como gris, ni blanco ni negro, porque su mamá pequeña estaba tan nerviosa que se le olvidó darle un color, y él era tan chico que no se decidió por ninguno. Además, el angelito pequeño nació un día en que todos acabaron muy enfriados y con catarro, así que había pasado algo de frío. Pero había ido al Cielo con una pañoleta de la tita, y ahora andaba muy calentito.

Todos los angelitos van al Cielo con algo que se llevan en sus manitas, algo que tenían que haber hecho y que tienen que seguir los cursos allí. Los que están en la Tierra, como trabajan mucho, siempre andan cansados y escasos de dinero, que es la tita la que está pendiente de que no les falte.

De los que están arriba, uno se fue con una trompeta de plata del siglo XVI y otro con un trombón de varas de la Corte de los Zares de Rusia, de la antigua Corte. Esos son los dos angelitos blancos. De los dos angelitos negros, que trabajaron más que los otros en la Tierra y por eso, como tuvieron que pensar tanto, pues se convirtieron en angelitos negros (los más trabajadores sin duda), uno se llevó una caja de lapices Alpino de doce colores pequeños, y el otro una caja de seis colores pequeños de los del RACE, que es donde se hacen las carreras en Madrid. El de la caja de colores de doce se había llevado el sacapuntas de un amigo de la abuela y la tita, un sacapuntas doble de dibujante, pero al final se lo dejó y lo cambió por una caja de doce colores pequeña de Alpino que se la debe a su anterior mamá, porque perdió la que tenía. Y es que la tita, antes de ser buena era tonta, y un día en el cole, instigada por una amiga mala, le quitó a dos pequeños sus cajas de Alpinos pequeñas, una de seis y otra de doce.. Y a uno de ellos, el de la de doce, su antigua mamá no le dejaba ni ir al Cielo si no volvía con la caja de Alpino, así que ha tenido que volver a por ella... Es que en las antiguas colonias españolas las mamás eran muy raras, y a veces también los papás, según contaba la abuela.

...

No sé si sabéis que los angelitos trabajan. Uno de ellos ha estado dándole vueltas al último diseño de papá, un taxi de Madrid. Todas las noches jugaba con el taxi, que estaba en el cajón izquierdo del escritorio de la tita, hasta que una encontró lo que papá estaba buscando: puso los ejes de las ruedas un poquito más largos, con lo cual sobresalían unos 20 centímetros de la carrocería, a escala, claro (porque el taxi de diseñar, como el angelito es aún pequeño, es un taxi de juguete) y se inventó el taxi seguro, que aún no lo han hecho porque alguien le volvió a meter las ruedas para dentro pensando que la tita, como tenía fiebre, lo había estropeado. Pero lo harán enseguida...

Como mañana es su fiesta, la fiesta de Todos los Santos, de todos los angelitos en el Cielo y en la Tierra, se han puesto a trabajar juntos y han inventado el Organóforo de Pompas de Colores, para acompañar el Aleluya de Haëndel.  Con la caja de Alpino de doce han inventado los tubos del órgano, de doce colores, como las doce notas musicales. Las doce teclas de tocar también de esos doce colores. Y lo mejor es que, además de música, salen unas pompas de jabón perfumado de esos doce colores, cada color por su tubo, a la vez que la música: amarillo, naranja, rosa, rojo, celeste, azul, verde claro, verde oscuro, marrón claro, marrón oscuro, morado y negro...

...

Los angelitos de la Tierra también trabajan mucho. Uno se ha metido en la Navy Seal, y seguro que el pobrecillo necesita un montón de cosas porque trabajará a todas horas; tendrá que mandarle la tita dinero a su madre para que le compre lo que pueda hacerle falta. Otro no sabemos dónde está. Otro está triste, porque no tiene teléfono móvil, y a veces piensa que se van a olvidar de ir a recogerle al cole. Al otro, que es como periodista, le hacen falta más medios...

Uno es algo más pequeño y se asustó mucho un día, y cuando sea mayor seguramente tendrá depresiones del gran susto que se dio...

Hay tres angelitos en la Tierra que están algo malitos, hay que rezar para que se pongan buenos. Y por los demás también, claro. Es que tienen que trabajar mucho y si están malitos no pueden. Bueno, mientras escribía el cuento creo que uno ya se ha ido también al cielo, con unos pececitos de color verde de bañarse, porque es un angelito que se tiene que bañar más, y Jesús le pondrá una bañera de agua calentita en una nube, bajo los rayitos del sol del otoño...

...

Y el angelito invitado es el que más trabaja, queriendo a su pequeña mamá desde el Cielo...

:::

Ahora los angelitos del Cielo y la Tierra tienen que ensayar el Aleluya, con el trombón de varas, la trompeta de plata y el organóforo de pompas de colores, y cantando todos desde la Tierra y el Cielo, los doce y el invitado. Hay que dejar el cuento porque tienen que practicar mucho, que, en algún lugar del mundo, se oirá un Aleluya a dos voces masculinas, blancas y de adultos, de mis doce angelitos y el invitado, por encima de otra canción. Es el Aleluya para Jesús, para que no se sienta solo, porque el Papá de Jesús está siempre trabajando; más que todos los angelitos juntos. Y para la tita, que últimamente no se le quita la tristeza. Y para que todos los angelitos, los del Cielo y los de la Tierra, corran a apuntarse al cole de música de lo que les va a gustar la canción...

Madrid, España, a 1 de Noviembre de 2015 DC

A. López


sábado, 24 de octubre de 2015

A las doce...

Siempre, siempre, ocupada
mientras las sombras se ciernen
en torno a ignotas ventanas
repetidas mil y un veces.

Y a las doce tres tareas
en la mañana insistente...

...

Se ha pasado la mañana
más deprisa que otras veces...
Es mañana del otoño
aún en sus tonos alegres...

Y a las doce yo cantaba
en algún lugar adrede
un Ángelus desde el alma...


A. López

jueves, 20 de agosto de 2015

Poco a poco

Poco a poco sale el sol
tras la tristeza en silencio.
La mañana se ha pasado
mirando al futuro incierto...

Un recoveco en la vida,
en el camino que andaba
tan segura y tan erguida
de que nada me alcanzaba...

Vinieron las horas tristes
y las nubes de la angustia...
Ahora ya sale ese sol,
aunque la senda está oscura.

A. López

sábado, 15 de agosto de 2015

Vienen tristes las mañanas

Con las nubes ya en el cielo
vienen tristes las mañanas,
en los días que amanecen
sin mirar por la ventana.

Todo el tiempo para mí
pero no me queda nada,
se me va en callar adentro
la inquietud que mueve el alma.

Con la vida que suspira
vienen tristes las mañanas;
deseando estar con tiempo,
deseando estar con ganas...

A. López

lunes, 9 de marzo de 2015

Lo último del olvido

Cuando vuelva a trabajar
a eso de las doce iré
a algún lugar a escribir
poemas sobre papel,

para transportarlos luego
al ordenador dormido
mientras despierta recorro
lo último del olvido...

A. López

jueves, 5 de marzo de 2015

Primavera...

¿A qué huele el aire hoy
bajo ese sol que calienta?
Viene un algo de una flor
en temprana primavera...

Y el amanecer ha sido
de ese azul tan transparente,
y bruñía los tejados
ese el sol saliendo al este...

Huele a mañana temprana,
huele a esperanza azul,
brilla el sol del aire amigo,
brillo yo y brillas tú...

A. López

sábado, 14 de febrero de 2015

En mil espejos

Perdida,
el espejismo de lo que soy
se refleja mil veces
en mil espejos...

Y no me reconozco,
sombra acaso pero nueva
de algún modo,
buscando

el espejito mágico de cuento de hadas
donde verme y ver
belleza de nuevo
en unos ojos tristes

de grandes ojeras oscuras
como la noche,
como la noche del alma
silenciosa...

A. López

viernes, 13 de febrero de 2015

Una salida

Tantas rutas en la vida
que parecen no acabar...

herida dentro, quisiera
salir, sí, hacia algún lugar

donde no sienta que pierdo
cada vez que me despierto
a la nueva realidad...

Tantas rutas en la vida
y no sé dónde llegar...

A. López

jueves, 12 de febrero de 2015

La tristeza

Y miro cada mañana
si aún brillan en el cielo
las estrellas de la noche
esa en la que me desvelo...

Y miro cada mañana
si queda pan en la mesa,
si la sal hace la sopa
esa que cura mi pena...

Y miro cada mañana
pero hasta hoy no me ha llegado
ese consejo de arriba,
que por fin me han escuchado:

¡que salga y me abra a la vida,
que fuera están esperando!

A. López