Rezo porque no me muera
en esa cuesta,
porque mi corazón resista
muchas lunas llenas...
Un día de redonda luna
volvía yo a estar cansada,
y me quedé solitaria
frente a mi sola vida...
Ahora, sin nada que hacer
y todo que completar si es cierto
que todo acaba,
he puesto una alarma
en ese teléfono nuevo,
que suena a las doce
de la mañana:
"Y el ángel del señor
se anunció a María..."
iba diciendo
para mí misma.
Y la cuesta no acababa...
A. López